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miércoles, 4 de mayo de 2016

OPINION: Muchas sombras y una migaja de luz


Por:  Larry Morales

Nunca pensé que escribiría con profundo pesar lo que otros años escribí del mismo tema con visible alegría.  Se trata de mis valoraciones sobre la V edición de la fería del libro de Morón. Pensé sufrir en solitario estas insatisfacciones causadas por los desafueros de cada día de feria, sufrirlo como un triste monólogo, pero como hay un refrán que dice que el calla otorga, quiero entonces compartir estas experiencias negativas con los que inexplicablemente también sufrieron la más mediocre y abúlica feria del libro efectuada en Morón desde que existen las mismas, es decir, el pueblo.
Cuando excluyeron a los municipios del país del circuito ferial, hice todo lo posible y lo imposible porque Morón tuviera una feria, ya no con el esplendor de las oficiales, pero sí con la dignidad que siempre debe tener un evento de esta naturaleza. 
En coordinación con el Sectorial de Cultura en el municipio de Morón, se efectuó la primera de estas ferias con la presencia de figuras como la doctora María Dolores Ortiz y Enrique Pérez Díaz.  Justamente en la clausura de la misma, ante un público masivo y entusiasta, la Dra. Ortiz bautizó el evento con el simpático y simbólico nombre de Feria por cuenta propia.
                                    
Así transcurrieron los años y comenzaron a llegar escritores a nuestro municipio. La Dra. Ortiz y Enrique Pérez Díaz se tornaron recurrentes e indispensables en estas citas, tanto, que el Gobierno les entregó la llave de la ciudad;  los periodistas Soledad Cruz, Elsa Claro y Walfredo Angulo dejaron aquí sus huellas y se encargaron de difundir nuestra feria a todos los vientos;  los escritores Luis Cabrera, Julio M. Llanes, Omar Valdés y tantos que han pasado por el recinto ferial de la biblioteca Sergio Antuñas, se han encargado de sembrar en nuestras ferias sus versos y palabras salidas del corazón.
En cada uno de estos eventos, desde el 2012 al 2015, Morón sufría una metamorfosis literaria, por llamarlo de algún modo, pues el pueblo interesado participaba y al que no le interesaba alguna racha le llegaba de esta fiesta de las letras.  Presentaciones memorables de autores del patio en el recinto ferial, extensiones inimitables como las de la Isla de Turiguanó, noches inolvidables con el Club de la poesía José Angel Buesa, charlas y encuentros y talleres y ventas de libros y sueños.. . así era la feria hasta el fatídico año 2016.
Digo fatídico porque no voy a apelar a eufemismos ni a autocomplacencias.  Al primero que hay que criticar duramente es a mí , pero les aseguro de que nadie se me adelantará en tal empeño, pues desde que comenzaron los desaciertos, comencé yo a autocriticarme y a maldecir mil veces a los que echan por tierra tanto esfuerzo, tanto amor, tanto empeño, y en ese bando sí que no me incluyo, porque esta feria para mí es como si fuera un hijo, algo que uno engendra.
La feria le fue dedicada al escritor local José Laredo.  Afortunadamente algunos organizadores de la feria y su hijo nos enteramos del hecho, ¡ah!, y las pocas personas que estaban en el acto de apertura donde se dijo.  El recinto ferial esta vez bien pudiera haber sido en uno de los salones de la funeraria, al menos había poco ruido y más tranquilidad. 
Las extensiones, brillaron por su ausencia.  Unas se suspendieron de raíz, como el encuentro que iba a realizarse la sala de reuniones del Hotel Morón con jóvenes destacados, escritores de la localidad y dirigentes de organizaciones locales, y otras se realizaron por cumplir la tarea, debido a la falta total de público y organizadores como el caso de la presentación del libro Fidel, Desde el punto uno a Playa Girón y el conversatorio que sobre los 90 años del Comandante iban a impartir el Héroe del Tabajo de la República de Cuba, Evelio Capote y el que escribe estas líneas.  Pongo a salvo de esta hecatombe a las extensiones que se efectuaron en el Club de la poesía José Angel Buesa y en la Fundación Nicolás Guillén. Hasta la extensión a la Isla de Turiguanó sufrió los embates de esta maldición, pues el público se quedó esperando la danza de los alumnos de  Ciencias Médicas, la cual no se presentó tal y como estaba programado. Lo demás salió tan bien, que el fantasma de Ibrahim Doblado nos acompañó sonriente todo el tiempo.
 El acto de clausura constituyó una macabra premonición del destino que pueden correr estas ferias si no se toman medidas con las mediocridades que se están adueñando de las mismas.
Hoy escuché en una crítica radial, en la voz de Eldi Mariño,  su opinión de que esta feria tuvo más sombras que luces.  Permiso Eldi para usar tu concepto en el título de mi crónica, pero dájame por favor ser un poco más real y parafrasearlo un tanto, porque la verdad, aunque suene cruel a nuestros oídos, es que de luces solo tuvimos migajas.

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