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domingo, 26 de mayo de 2019
ESPECIAL: La Ceiba del 20 de mayo en Morón
Escrito por Héctor Izquierdo Acuña
Cuántas generaciones de moronenses contemplaron su frondoso y grueso ramaje. Cuántos disfrutaron de su apacible sombra, sentados sobre aquellas raíces que emergían, desafiantes, sobre el suelo.
Ceiba sembrada el 20 de mayo de 1902
Cuántos calcularon la cantidad de hombres necesarios para abrazar el enorme tronco de aquella enigmática Ceiba que pasó a ser parte del patrimonio inmaterial de la ciudad de Morón. La historia del gigantesco árbol está indisolublemente ligada el devenir histórico de Morón a lo largo de casi todo el siglo XX.
Su presencia en la cotidianidad de su pueblo inicia el 20 de mayo de 1902, fecha en que nacía la República. Por iniciativa de los Veteranos de la Independencia de la localidad, y para conmemorar el acontecimiento, el coronel Irene Cervantes Salcedo trajo de la finca El Caracol una pequeña Ceiba y junto al también coronel Nicolás Hernández y otros veteranos, en unión de las autoridades, maestros, alumnos y el pueblo en general, en un acto de gran colorido, plantaron la Ceiba en el parque Ignacio Agramante, convirtiéndose, con el paso de los años, en un símbolo que perpetuaba las luchas del mambisado contra el dominio colonial español. Lejos estaban de comprender en toda su magnitud que los designios de Cuba estarían e manos del gobierno de Estados Unidos de América.
Sin embargo, no todo fue paz ese día, pues la resistencia del pueblo se inscribió con un disparo. Temístocles Betancourt y del Castillo, que allí se encontraba, escribió años después:
[…] vi en Morón el nacimiento de la República y […] que oí, en el veinte de mayo de 1902, el estampido de una bala que horadó la bandera norteamericana, disparada por no sé qué patriota, para seguidamente en la misma asta, izar la cubana; acto que no fue una vejación, sino una rúbrica de fuego y pólvora en la filaila de las franjas y las estrellas, sobre la que se consignó la voluntad de Cuba de no vivir bajo otra sombra que en la triplemente coloreada por los pliegues de una bandera, que tiene una blanca, solitaria estrella, inciensada por los reflejos rojos de su triángulo y azules de sus franjas.
El propio Temístocles expresaba su profundo sentir patriótico y escribió una hermosa poesía titulada La Bandera Cubana el propio 20 de mayo, día del nacimiento de la República, donde expresaba su profundo sentir patriótico:
La Bandera Cubana
El iris de fragante primavera
Los fúlgidos cambiantes celestiales
Sirvieron de paleta a los vestales
Que soñaron hacer nuestra bandera.
Rojo zumo prestó una clavera
Estrujada en sus labios de corales
Y quizás dentro prístinos cristales
Un ramo de jazmines se exprimiera.
Con el blanco y punzo, raudos pintaron
El triángulo, dos franjas y una estrella
Que con luz de sus ojos alumbraron
Y para dejar del cielo alguna huella
Tres jirones azules desgarraron
Con el rayo fugaz de una centella.
También poetas como Félix Triana Ferry cantaron a la Ceiba del parque Ignacio Agramonte cuando rememorando el solemne acto de su siembra escribió:
Los que la Patria con honor forjaron
Símbolo de su ensueño la eligieron;
Con manos amorosas la acogieron
Y en lugar referente la sembraron.
Alrededor al pueblo congregaron;
En patriótica fe la bendijeron
[…]
Su tronco se ensancha. A la cubana tierra,
Con sus raíces múltiples se aferra
Y su ramaje extiende a la paz pública.
[…]
De Morón los blasones enaltece
Y de sus hijos excitar parece
[…].
En la noche del 22 de junio de 1998, con gran estruendo, tres cuartas partes de las nonagenarias ramas de la Ceiba cayeron como resultado de su corazón enfermo. Nada pudo hacerse para salvarla. El jueves primero de marzo de 2001, hombres del contingente El Vaquerito derribaron lo que quedaba del tronco, herido ya de muerte.
Sin embargo, para dar continuidad histórica y para mantener su simbolismo, fue sembrada una nueva Ceiba, en esta ocasión el 24 de mayo de 2001. Fue un árbol de unos ocho años que se trajo moteada del camino de La Yamagua.
Ahora no fueron mambises, sino los continuadores de su legado. En esta siembra simbólica participaron el teniente coronel Wilfredo Carvajal Pérez, el combatiente y fundador del Directorio Revolucionario en Morón Álvaro Lamadrid Castaño, el guitarrista Aldo Rodríguez y una pionera. En el acto, cada uno de ellos echó una pala de tierra en el tronco, que terminó de plantarse con medios mecánicos.
Hoy crece la nueva Ceiba, la misma que verá, durante muchos años, la consolidación y desarrollo de Morón, y se convertirá, como la primera, en la continuidad lógica de ese símbolo de la identidad cultural moronense por muchos recordado.
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