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jueves, 21 de junio de 2018

Con la mano en la guadaña

Jorge Luís Suárez Díaz, ya próximo a la edad de la jubilación, no hace más que  pensar  en la guadaña. Día y  noche la  mantiene  presente. "Con los primeros claros del día llego  a mi área de trabajo, y  empuño mi  instrumento de labor que  me acompaña  por más de  20  años", y  agrega: "La  mayoría de las veces  llego a  mi casa ya oscureciendo y después de ver el capítulo de la novela  me  acuesto y  hasta  sueño con la maldita  guadaña", confiesa este inquieto trabajador  de los Servicios Comunales de  la  ciudad  de Morón.

El es uno de  esos hombre  que con mucha frecuencia  lo observamos enfrascado en la chapea de los laterales de las carreteras y  también poniendo en forma  las áreas verdes dentro de la  ciudad.

Guadaña  en mano se  enfrenta con marcialidad al monte  de espesos  pastos,  donde predomina la  "Alpargata", como se le conoce por  aquí a  esa  hierba tan poderosa  como el marabú y  que hace  sudar  a los bravos  del machete.
                              
"Con esta  guadaña  no hay pastos que se resista", asegura Jorge Luís, quien hace  un diez para beber  un sorbo de agua, secarse el sudor de la frente y  dar un filo a su instrumento de labor. "Esta  no la  hacen en ninguna fábrica, pues la construí yo mismo  con un curvo que tenía en casa,  le puse  un cabo  largo y  me  resulta  muy cómodo liquidar  los hierbazales", confiesa.

Con mucha agilidad Jorge Luís y  su compañero de batería, Ariel Peña Suárez, logran  con estabilidad y  compás el  swing  de sus  respectivas guadañas. "Parece  fácil ese  trabajo", le dije y  enseguida  uno de ellos  me  facilitó su  apero de labor para que ensayara.

"Es  incluso muy peligro, pues  es un instrumento de mucho filo y en un abrir y cerrar de ojos, si se pierde el compás puede provocar  una herida  en una pierna",  afirmó.

Son las chapeadores de las  carreteras,  héroes  anónimos, que  desafían el sol, el sofocante  calor, con la rudeza de un trabajo manual que requiere  de mucha concentración y  técnica, todo para que las  vías del territorio se  mantengan cuidadas y  embellecidas. Confiesa Jorge Luís que  hay épocas en el año que la hieba  crece poco y  eso nos favorece, porque adelantamos más, pero en estos  meses que la lluvia es abundante el pasto crece como espuma, y chapearlo es  más difícil, por lo que  se avanza  muy poco por jornada.

Hombres como Jorge Luís y Ariel  son los  encargados de esta   misión,  verdaderos  expertos que no temen a la  Guadaña.



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