Jorge Luís Suárez Díaz, ya próximo a la edad de la jubilación, no hace más que pensar en la guadaña. Día y noche la mantiene presente. "Con los primeros claros del día llego a mi área de trabajo, y empuño mi instrumento de labor que me acompaña por más de 20 años", y agrega: "La mayoría de las veces llego a mi casa ya oscureciendo y después de ver el capítulo de la novela me acuesto y hasta sueño con la maldita guadaña", confiesa este inquieto trabajador de los Servicios Comunales de la ciudad de Morón.
El es uno de esos hombre que con mucha frecuencia lo observamos enfrascado en la chapea de los laterales de las carreteras y también poniendo en forma las áreas verdes dentro de la ciudad.
Guadaña en mano se enfrenta con marcialidad al monte de espesos pastos, donde predomina la "Alpargata", como se le conoce por aquí a esa hierba tan poderosa como el marabú y que hace sudar a los bravos del machete.
"Con esta guadaña no hay pastos que se resista", asegura Jorge Luís, quien hace un diez para beber un sorbo de agua, secarse el sudor de la frente y dar un filo a su instrumento de labor. "Esta no la hacen en ninguna fábrica, pues la construí yo mismo con un curvo que tenía en casa, le puse un cabo largo y me resulta muy cómodo liquidar los hierbazales", confiesa.
Con mucha agilidad Jorge Luís y su compañero de batería, Ariel Peña Suárez, logran con estabilidad y compás el swing de sus respectivas guadañas. "Parece fácil ese trabajo", le dije y enseguida uno de ellos me facilitó su apero de labor para que ensayara.
"Es incluso muy peligro, pues es un instrumento de mucho filo y en un abrir y cerrar de ojos, si se pierde el compás puede provocar una herida en una pierna", afirmó.
Son las chapeadores de las carreteras, héroes anónimos, que desafían el sol, el sofocante calor, con la rudeza de un trabajo manual que requiere de mucha concentración y técnica, todo para que las vías del territorio se mantengan cuidadas y embellecidas. Confiesa Jorge Luís que hay épocas en el año que la hieba crece poco y eso nos favorece, porque adelantamos más, pero en estos meses que la lluvia es abundante el pasto crece como espuma, y chapearlo es más difícil, por lo que se avanza muy poco por jornada.
Hombres como Jorge Luís y Ariel son los encargados de esta misión, verdaderos expertos que no temen a la Guadaña.
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